Letra de Tres reglamentos del llano
Sí, yo no tuviera amigos,
Cual sería, mi desengaño,
El que no sabe nada,
Para que se zumba a un caño,
Nunca emprestes tu sombrero,
La mujer, ni su caballo…
Lo digo con experiencia,
Y reglamentos del llano,
A muchos se los he dicho,
Y tratan ponerse bravos,
Para saber el porque,
Debieran analizarlo…
Yo, no empresto mi sombrero,
Porque estoy más que seguro,
Que este es un valor sagrado,
Cuando el viento me lo tumbe,
Trataré de pelotealo,
Antes de llegar al suelo,
Y no dejar arrastrarlo…
Yo, sin sombrero no ando,
Ni que sea tiempo de lluvia,
Mucho menos de verano,
Pero eso lo hace un llanero,
Con el sudor bien amargo,
Bastante me los he puesto,
De concha de cachicamo…
En mi caballo de silla,
Yo solo soy el que mando,
No lo vendo, no lo alquilo,
Ni mucho menos prestalo,
Porque ese es un labrador,
Del salario que me gano…
A la hora que yo quiera,
Lo que tengo es que ensillarlo,
Y me aparezco al corral,
Con dos o tres orejanos,
Y antes de echarle el maíz,
Me voy a un charco y lo baño…
Ese es un caballo rucio,
Y buena yegua sebruna,
En un caballo castaño,
De la misma descendencia,
Del pata blanca alazano,
Que traje de la rubiera,
Con un rusao y el ruano…
Allá tengo un porto negro,
Que lo aparte especialmente,
Pá agarra cría de un atajo,
Con las yeguas amarillas,
Debe dar los hijos zainos,
Quien quita y tumbe los toros,
Como tumbaba en el ballo…
Tan grande es mi pensamiento,
Desde que estaba mediano,
A muchos se los he dicho,
Y tratan ponerse bravos,
Para saber el porque,
Tenemos que racionarlo…
Sí, quieren darse de cuenta,
Y tengan que preguntarlo,
Los llevare pá mi tierra,
En la inmensidad del llano,
Para que vean un llanero,
Cuando mira un toro bravo…
Por eso le doy consejo,
A toditos mis amigos,
Y a todos sus paisanos,
El que tenga su mujer,
Y no le hace nada malo,
Debe de pensar primero,
Cuando le va a hacer un reclamo…
A la mujer de mi casa,
Que yo tengo hasta el momento,
La tengo como un milagro,
Que me mando Dios del cielo,
Y eso hay que conservalo,
Hasta pá cruza una cera,
Por una mano la agarro…
Y no soy de aquellos hombres,
Que apenas recién casados,
Con la mujer abraza andan,
Pá arriba y pá abajo,
Y del mes en adelante,
Le quieren vivir pegando…
A la mujer de mi casa la estimó,
Como un milagro,
Que me mando Dios del cielo,
Y eso hay que conservalo,
Hasta pá cruza una cera,
Por una mano la agarro…
Si tengo una diligencia,
Y no vengo el mismo día,
Le doy un beso en el labio,
Y le digo cuidao hija,
Con otro pico más largo,
Que algunos pelan la pava,
Y otros la miran pelando…
Yo la verdad no la niego,
Por la madre de mis hijos,
Peleo hasta con el diablo,
Maltratar una mujer,
Debe ser doble pecado,
El que le pega a su esposa,
Merecen caerle a palo.
Escucha Tres reglamentos del llano – Damaso Figueredo