I
El auténtico llanero,
Se llamaba Juan Verdolo,
Era el hombre más jinete,
De todo aquel territorio,
Rodando tierras llego,
Una mañana de otoño,
A un ato circunvecino
Del paso de los cajomos,
El dueño como tenia,
Contrato con el demonio,
No le faltaba un caballo
Que al verlo causara asombro,
De color negrito tinto
Con una mancha en el lomo
Aquel caballo tenía
Dos cementerios él solo,
Porque cuando lo montaban,
No espabilaba ni un ojo,
Ni que no fuera jinete
Ánimas del purgatorio,
Cuan a Juan le preguntaron
Usted que deseaba joven
Dígalo por si se atreve,
Cuáles son sus intenciones,
Hable y no se quede mudo,
Mirando hacia esos rincones,
No he venido dijo Juan
A darle conversaciones,
Tampoco a perder el tiempo
Con tantas explicaciones,
Vine a montar el caballo
Famoso de estas regiones,
Que le ha quitado la vida
A muchos guachamarones.
II
Por muy jinete que sea
Le respondió el mayor domo,
De vida pa que ande en el
15 minutos le pongo,
Fue tan graciosa respuesta,
La que le dio Juan Verdolo,
Tara la virgen dormida
Para que me mate ese flojo,
Ya yo lo voy a montar,
Sin silla y sin tapaojos
Y con la vida le pago
Si el caballo no lo domo,
Al montarlo corcovio
Un rato como 2 horas
El mismo Juan no sabía
Si aquel caballo era historia,
Pero cuando uno es llanero,
Es práctico en toda forma,
Nunca lo agarran de asalto
Ni las visiones lo asombran,
Le dio 7 chaparrazos
Con una rama de mora,
Por cierto era viernes santo,
Antes de salir la aurora,
Y al suelo se fue de boca,
Botando el sudor a chorros,
Después desapareció
En una nube de polvo
Nada más dejando el lazo,
Convertido en un escombro
Y el dueño vino asustado
A los pies de Juan Verdolo
Dándole por su trabajo
Varias monedas de oro,
Este le dijo enseguida
Repártalas a los pobres,
Sepa que soy un llanero
Enemigo de ambiciones,
No lo hice por dinero,
Ni para hacerme ilusiones,
Lo hice para probarle que en el llano
Abemos hombres.