Dejeme quieto compadre
que siga con mi manía,
pues para mi la cobija
si que tiene gran valía.
Mi cobija de bayeta
de un lado es azul marino
del otro es rojo encendido,
como la sangre del toro
que mató al caballo mío.
Yo no le temo al invierno,
oiga compadre, mucho menos al rocío
si ella siempre anda conmigo
dispuesta sobre la silla
para librarme del frío. (bis)
y hasta de lecho me sirve
mi compadrito querido.
Con ella cuento compadre
para vencer los peligros,
como una punta de lanza
tirada de un enemigo.
Coraza de protección
fué alla en las guerras civiles
del ardiente corazon,
de los centauros llaneros
dijo el negro Encarnación.
Mi cobija me dio el grado, oiga compadre
de hombre de toro solo,
cuando con ella en la mano,
le di varios carpetazos
a aquel toro porcelano. (bis)
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