Contrapunteo de Jorge Guerrero y La Negra Linares «Letra y canción»

Después de tanto buscarla,
por fin la encuentro,
preciosa, negra Linares,
no quiero que se sorprenda,
mucho menos que se azare:
yo no soy un comegentes
ni tampoco un canapiare.
Véame bien de arriba a abajo
sólo soy un ser humano
dondequiera que me pare.
No he venido a enamorarla,
deje esos males pesares;
vine para felicitarla
al compás de mis cantares.

– Para mí es un gran placer,
Jorge Guerrero,
verlo por estos lugares,
Crea que me puso en las nubes
con ese halago tan grande,
aunque se le ve en la vista
un mirar de caricare.
Ahora que me consiguió,
dígame qué se le ofrece
que quizá pueda ayudarle.
No creo que vino no más
tan sólo a felicitarme.
¡Ojalá tanto interés
no sea para enamorarme!

– Despreocúpese, negrita,
que de mi parte
no va a sufrir de desaires,
sólo ando de pasajista
porque vivo en otros lares,
allá en el Cajón de Arauca,
cerquita de unos palmares.
Ahora sí estoy convencido
de que era verdad
lo que me dijo Olivares,
que usted es bonita y soltera
como garcita en el aire.
¡Ojalá que su cariño
el destino me depare!

– Yo también me convencí,
negro bellaco,
que a usted no lo entiende nadie.
Lo que le voy a decir
quiero que bien se lo grape:
yo no soy de esas rochelas
que usted se encuentra en los bailes.
No crea que va a confundirme
con sus palabras humildes,
yo ya estoy bastante grande.
Usted me elogia y me admira
cada rato entre los portajes,
pero de golpe le zumba
un pichón al chiriguare.

– Yo no quiero, paisanita,
achagüeñita,
que con otra la comparen,
pueda ser que se parezca
a alguno de sus familiares:
claro, es algo natural,
descendencia de sus padres.
Nunca pensé que mi canto,
lleno de amor y de encanto,
le causara malestares,
pero así usted se me ponga
como polla con carare,
yo la veo que está más rica
que una arepa en un budare.

– De rica no tendré mucho,
pero sí tengo ganado
dentro esos corrales
treinta yeguas cuarto de milla,
diez caballos pura sangre,
el patio lleno de gallinas
y otras clases de animales.
Yo creo que ése es el motivo
de que usted se halle en mi casa,
dizque para felicitarme.
Le aconsejo que en la fiesta
no se arrochele tan tarde,
mire que de parte mía
va a amanecer en la calle.

– Eso a mí no me acongoja,
un llanero como yo,
criollo como Juan Tabares,
criado con sancocho de pavo,
de conejo y serecalle,
poseo el ansia y resistencia
del indio maquiritare.
No me falta en mis pertrechos
los colgaderos que hice
torcidos con bigote de bagre,
un chinchorro largo y ancho
que compré allí en Casanare
para dormir cuando el sueño
de su cariño me agarre.

– Esto me hace recordar
las frases que me decía
cuando, pequeña, mi madre:
So habladores y embusteros,
todos los hombres son iguales,
cargan siempre el interés
y lo falso en el lenguaje.
Yo por las buenas, Guerrero,
contrapunteo con quien sea,
así que de hombres se trate,
pero por las malas, primo,
quien me busca va a encontrarme,
más endiablada y ponzoñoza
que un rollo de mapanare.

– Ah, caracha, mi amorcito,
deje quieta el agua sucia,
que se asiente para que aclare,
que poco a poco se enrolla
el bejuco en el alambre:
un amor bien entorchado
es difícil que se separe.
Aparta el rencor para un lado,
no dejes que la crueldad
con su ignorancia te amarre.
Yo te gusto: lo comentan
tus hermanos y tus padres.
Si me tienes el corazón
con más huecos que un manare.

– Coplerito ilusionado
y un poquito trastornado,
¿para qué tantos detalles?
Pero, de nuevo, le doy
gracias por aconsejarme,
a pesar que su discurso
y esfuerzo de nada valen.
No tengo pelos en la lengua
para decirle a quien sea
en la cara las verdades:
si usted fuera inteligente,
dejaría las necedades,
cuando yo digo no, es no,
de aquí no me saca nadie.

– No sabes lo que te pierdes.
Mira allá fuera qué lindo catanare:
ése lo compré ayer tarde
en el pueblo de Cabudare
para llevarte a pasear
a las playas de Ocumare.
Después de que goces bastante,
te llevo para Portuguesa
que voy a hacer templo en Guanare,
y la Patrona del Llano
que nunca nos desampare
y que sobre nuestra unión
sus bendiciones derrame.

– ¡Qué hombrecito tan porfiado
y requetestarudo!
Será mejor que se largue.
Márchese con su ilusión,
porque yo voy a acostarme.
Ya queda poquita gente
y está terminando el baile.
Hasta luego, amigo mío,
si quiere vuelva otro día,
que quizá triunfen sus planes,
pero ahorita no he pensado
con ningún tipo enredarme.
Si quiere, siga insistiendo,
que quizá pueda llevarme.

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