Y es que no puedes quererme,
oye mujer, ni vas a pensar en mi,
pa que te pones con vainas,
para mirarme sufrir,
para que me ilusionaste,
óyeme ingrata el día que te conocí,
me hubieras dicho que no,
en vez de decir que sí.
Tu misma te diste cuenta,
óyeme negra, la confianza que te di,
y hasta llegue a imaginarme,
que conmigo eras feliz,
mis amigos no esperaban
que te portaras así.
Los días, que pasé sin verte,
por ahí ausente de vaina no me morí,
no comía y bebía a gusto
tampoco podía dormir,
y toditas las mujeres
se me parecían a ti.
Yo no sé que voy hacer,
oye mujer, cuando me valla de aquí,
yo creo que mi corazón,
pensará que te perdí,
pero voy a demostrarle
con mucho honor que la cosa no es así,
entonces de que sirvieron,
las caricias que te di.
cuando me encuentre bien lejos,
oye mujer que no te acuerdes de mi,
voy hacerte una llamada,
pa ver que vas a decir,
según como me respondas,
te la vuelvo a repetir.
Yo tengo un dicho muy sabio,
amigos míos, se lo aprendí a marili,
que el hombre conquistador,
es como el pipiriji,
que a lo que le pone el ojo,
se lo lleva porque si.
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