Yo no le vendo mi fundo – Orlando “El Cholo” Valderrama

Letra de Yo no le vendo mi fundo

Ofrezca lo que me ofrezca,
porque la pena me mata,
yo no le vendo mi fundo;
aunque tenga mucha plata
y por más que haya juntado
todos los reales del mundo;
uste’ compró el casco ‘el hato,
embarcó la fundadora
y botó al viejo Segundo,
y cambió la lambedora,
la grama y la guaratara
por un pasto vagabundo.

Encerró lo que era suelto,
acabó las mañoseras
y revolcó los bajumbos
levantó una callejuela
pa’ deja’ un solo camino
en donde había tanto rumbo,
y cambió con un letrero
el nombre que hizo baquianos
por uno del otro mundo,
aunque compre el resto el llano
yo no le vendo mi fundo.

Que precio voy a ponerle
a los años que mi taita
fue dueño y fue jornalero,
en cuánto estimar la casa
en donde mi mama crió
su cuerda de pijoteros,
el patio donde enlacé
montado en un mandador
con un rejo verijero,
y saqué lances de amor,
lances de un primer amor
con la hija del conuquero.

Usted no puede saber
ni calcular cuánto vale
el limpio del paradero,
cuesta los callos que salen
arrancando la escobilla
y el guayabo zapatero.

El sabor del primer mango
del palo que uno sembró
no se paga con dinero,
ni el agua que un día manó,
de mi jagüey veranero.

Pa’ que tener documentos
si aquí me parió mi mama
y aquí se murió mi abuelo,
si en la extensión de sabana
tiene un plano dibuja’o
el grito de un cabrestero,
por títulos el trabajo,
la constancia de los años
y los rodeos con mi hierro,
el callo y la palmasola,
que me sirven de linderos.

De la talla del gana’o
le dan razón el corral,
las trancas y los llaveros,
del trajín y el personal
lleva cuenta el caracol
por piones y por vaqueros,
el muñeco habla ‘e los potros,
la tarja ‘e los orejanos,
la soga ‘e los cachaleros,
de los vecinos cercanos
el trillo de los senderos.

Como le voy a vender
el cielo que me cobija
o el suelo donde me paro,
en cuántos reales se fija
gozar esta soledad,
sufrir este desamparo,
trancar el viento en el pecho
dejando que el alma grite
sobre los lomos de un charo,
criar toro que embista y pite
y bestia que saque el varo,
Y afuera en el paradero,
el punto tengo escogi’o,
donde asombra un guarataro,
donde sestea un mocho viejo
y consuela un cristofué
las penas de un tarotaro,
arropa’os po’ un bayetón
se vuelvan llano mis huesos
en su caja ‘e caracaro,
¿Quién cambia por unos pesos
la eternidad de un amparo?

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